Hoy, mientras me movilizaba por
la congestionada Lima y esperaba a que la persona con la que me había citado
llegara de una vez por todas, di sin querer con una sabia parábola que
intentaba responder a la eterna pregunta de: "¿Qué quieren las
mujeres?".
¿Dónde la encontré? ¿Cómo así,
existía? ¿Bajó del cielo en manos de un encuerado de 1.80 con escaza ropa y
muchas ganas de enseñarme cosas?
Nah... Ni los cielos se abrieron, ni escuché un coro de ángeles mientras
pensaba "Ay mierda, qué diablos pasó aquí".
No, lo cierto es que una no
espera encontrar este tipo de cosas en un libro de autoayuda que titula Paz
interior para mujeres muy, MUY ocupadas (no es broma, así se llama). Pero
bueno, aquí me tienen compartiendo parte de esta sabiduría antigua que intentó
dar con la diana del qué es lo que realmente queremos.
Por cierto, ya que ésta parábola
que me gustó mucho, hice una pequeña investigación y di con una versión algo
más extensa así que, aquí tienen, esta es una pequeña mezcla de la versión del
libro que ando leyendo junto a la de Polly Young Eisendrath, que aunque trata
el mismo tema, menciona la misma parábola pero de manera algo más detallada.
Espero les guste.
LA BODA DE SIR GAWAIN Y LADY
RAGNELL
Un día el rey Arturo salió de
caza. Acaba de abatir un imponente ciervo con su potente arco, cuando un
caballero de aspecto amenazador salió de entre la espesura. El caballero, Sir
Gomer Somer, acusó al rey Arturo de apoderarse de sus tierras para
entregárselas a sir Gawain, uno de los caballeros de la Mesa Redonda. Sir Gomer
llevaba armadura y estaba dispuesto a matar, pero las reglas de caballería
impedían que acabase con la vida del rey, que no llevaba las armas adecuadas
para acepar el desafío. Así que sir Gomer Somer le ofreció un trato a Arturo:
"Regresad aquí mismo, exactamente doce meses a partir de este día, y dadme
la respueta correcta a esta pregunta: ¿Qué es lo que quiere una mujer? Si la tenéis,
os perdonaré la vida. Si no, os decapitaré."
El rey Arturo asintió pero quedó
muy desanimado. "Debe ser una pregunta con trampa", pensó. Estaba
seguro de que nadie conocía la respuesta. De regreso al castillo, el rey Arturo
contó toda la historia a su sobrino sir Gawain, que era conocido como el más
sensato, bravo, compasivo y cortés de todos los caballeros de la Tabla Redonda.
El joven caballero, a diferencia del rey, quedó muy esperanzado. Él y el rey
Arturo tenían un año para investigar por todo el reino, y estaba seguro de que
encontrarían la respuesta correcta.
Pasó casi un año, y Arturo y Gawain recogieron muchas respuestas, pero ninguna
de ellas parecía ser la correcta.
El día señalado estaba al caer
cuando, una mañana, el Rey Arturo cabalgó solo y al borde del bosque de robles
de repente le salió al frente una mujer grande y grotesca cubierta de harapos y
casi tan ancha como alta. Sus ojos miraron sin miedo los ojos del rey al tiempo
que le espetaba:
-Eres Arturo, el rey, y en dos
días debes encontrarte con sir Gromer con la respuesta a una pregunta.
-Sí -respondió dubitativamente el
rey.
-Soy lady Ragnell, y sir Gromer
es mi hermanastro. No tienes la respuesta correcta, ¿verdad que no?
-Tengo muchas respuestas, pero
¿en qué puede esto interesarte?
-No tienes la respuesta correcta
-dijo lady Ragnell con una confianza que llenó al rey Arturo de pesar-Yo tengo
la respuesta.
-¡Dime la respuesta y te daré una
gran bolsa llena de oro!
-El oro no me sirve para nada
-respondió Ragnell con calma.
-No digas tonterías, mujer...
¿qué quieres entonces? ¿joyas? ¿tierras? Te pagaré lo que quieras si me das la
respuesta correcta.
-Pido a cambio que sir Gawain se
convierta en mi esposo.
Al rey Arturo se le cortó la
respiración.
-¡Imposible! -gritó- Pides lo
imposible, mujer. No te puedo dar a mi sobrino. ¡Él se pertenece a sí mismo y
no me corresponde a mí dártelo!
-No te pedí que me dieses al
caballero Gawain. Si Gawain está de acuerdo en casarse conmigo por su propia
voluntad, te daré la respuesta. Éstas son mis condiciones...
-¡Es imposible! ¡Nunca le podré
formular a Gawain tal propuesta!
Ragnell miró fijamente con calma
el rostro del rey y simplemente añadió.-Si cambias de opinión, estaré aquí
mañana.-A continuación, desapareció en el bosque.
Cuando Arturo regresó al castillo
no pudo menos que contar a su sobrino la aventura.
-Ella conoce la respuesta, estoy
seguro de ello, pero yo no tenía la intención de contarte nada de ésto.
Gawain afirmó.
-Es mi elección y mi decisión.
Volveré contigo mañana, y consentiré en casarme, con la única condición de que
su respuesta te salve la vida.
A la mañana siguiente temprano,
Gawain salió cabalgando con el rey Arturo para encontrarse con lady Ragnell.
Incluso el verle el rostro cara a cara no conmovió la resolución de Gawain. Su
proposición fue aceptada, y Gawain la saludó, inclinándose cortésmente.
-Si mañana tu respuesta salva la
vida del rey, nos casaremos....
Llegada la desdichada mañana... el alto y poderoso caballero estaba esperando
al rey Arturo con su espada que relucía al sol. El rey Arturo respondió a
su pregunta.
-Lo que una mujer desea no es
belleza, placer, sexo o muchos esposos -explicó-. Les gusta que se les vea
lozanas, jóvenes e inocentes. Pero lo que realmente quieren es el poder de
independencia soberana; quieren el mismo control sobre ellas mismas y de sus
relaciones con los hombres que un caballero. El derecho de ejercer su propia y
libre voluntad.
Con un gran juramento, Gromer
dejó caer su espada al lado.
-¡No encontraste esa respuesta
por ti mismo! ¡Mi maldita hermanastra Ragnell te la dio! ¡Le cortaré la cabeza,
la atravesaré con mi espada!
Muy pronto se expandió por el
castillo la noticia de que se iba a celebrar una extraña boda entre una bruja
fea y el magnífico Gawain. Algunos pensaron que ella debía poseer grandes
tierras y propiedades. Otros pensaron que debía poseer algún secreto mágico. La
mayoría simplemente estaban asombrados ante el destino del pobre Gawain.
El rey Arturo apartó a un lado a su sobrino diciéndole.
-Tal vez sea conveniente posponer
la boda.
-Tío, le di mi palabra a ella.
¿Quieres que rompa mi promesa?
Así pues, la boda se celebró en
la abadía y las fiestas de ese extraño matrimonio se celebraron ante toda la
corte. A lo largo de todo el día y de toda la tarde, Gawain permaneció agradable
y cortés. De ninguna forma mostró otra cosa que una bondadosa atención hacia su
novia. Al final, la pareja de recién casados se retiró a sus aposentos.
-Has mantenido tu promesa
adecuada y lealmente- señaló Ragnell-. No me has mostrado piedad ni repulsión.
Ven y bésame ahora que estamos casados.
Gawain fue inmediatamente hacia ella y la besó. Cuando se apartó, ante él se
hallaba una mujer hermosa y serena con ojos grises y un rostro sonriente.
-¿Me prefieres así?
-Sí, por supuesto, pero no lo
entiendo.
-Mi hermanastro Gromer siempre me
ha odiado. Obtuvo un arte de brujería de su madre y lo utilizó para
transformarme en una bruja monstruosa. Él me ordenó vivir con esa forma hasta
que el caballero más noble de Bretaña me escogiera libremente como novia...
-Pero, ¿por qué te odiaba tan
cruelmente?
-...Porque yo desobedecía sus
órdenes, tanto sobre mis propiedades como sobre mi persona.
-Entonces, ¡has obtenido la
condición imposible y el malvado hechizo se ha roto!
-Sólo en parte, mi querido
Gawain... Tú decides cómo seré. ¿Prefieres tenerme así, en mi propia forma, de
noche, en nuestros aposentos? ¿O me quieres tener grotesca de noche en nuestros
aposentos, y en mi propia forma de día, en el castillo? ¿Guapa de noche o guapa
de día? Piensa cuidadosamente antes de decidir.
Gawain se arrodilló ante su novia
y respondió al instante.
-Es una decisión que no puedo
tomar. Te corresponde a ti, mi querida Ragnell, y sólo tú puedes elegir. Elijas
lo que elijas, me inclinaré con gusto ante ello.
Ragnell suspiró larga y profundamente.
El brillo de su rostro sobrepasó a Gawain.
-Has respondido bien, mi querido
Gawain. Tu respuesta ha roto completamente el malvado hechizo de Gromer. La
última condición que puso fue que tras la boda, el más grande caballero de
Bretaña, mi esposo, debía darme el poder de la independencia soberana, el
derecho de ejercer mi propia y libre voluntad. Sólo entonces el encantamiento
maligno se rompería para siempre, y yo tendría mi propia forma tanto de noche
como de día.
Y así, con maravilla y alegría, empezó el matrimonio de Lady Ragnell y sir
Gawain."
FIN
Amelia de Sola dice y
la cito textualmente: Lady Ragenll cometió un pecado imperdonable, el no ser
sumisa, no hacer lo que se esperaba de ella, no admitir presiones sobre sus
propiedades, su comportamiento o su persona, ser un ser libre, y por ello fue
castigada: Se la transformó en (se la consideró) una bruja monstruosa. No
obstante, contra la opinión de su mundo, y pese a su "fealdad", ella
sigue afirmando lo que es y lo que quiere, sin falsa vergüenza ni complejo de
inferioridad, haciendo uso de su libertad y su soberanía sobre sí misma, y
cuando esa soberanía es respetada por un hombre capaz de asumirla sin sentirse disminuido
(Gawain), ella es vista como realmente es, no como una bruja monstruosa, sino
como una mujer "hermosa y serena".
Algo que me pareció curioso y que
mencionó la Dra. Borysenko es que a pesar de que Sir Gawain amó, honró y
quiso a su esposa; Lady Rangnel terminó dejándolo al cabo de cinco años. Sí.
La mujer más hermosa de toda Britania, dejó a su marido.
Adónde fue y qué hizo es una
historia que nunca fue contada. Pero mírenlo desde este lado, cuando una
dispone de su propia soberanía es libre de crear una vida que rompa todos los
moldes establecidos y por ende, seguir el propio rumbo que dicte tu corazón en
busca de una equilibrio interior... aunque eso signifique que no llegues a
vivir lo que otras personas consideran un final de cuento de hadas. El muy
sonado "y vivieron felices para siempre" también puede
plantearte una pregunta; "Pero, ¿juntos?".
"El doble vínculo de la
autoridad femenina: Las mujeres están condenadas si reivindican su propia
autoridad (se las califica de controladoras, dominantes, brujas o incluso
feminazis) y condenadas si no la reivindican (se las califica de manipuladoras,
dependientes, reprimidas, o, aún peor, inmaduras o derrotistas)."
Polly Young Eisendrath: "La
mujer y el deseo"