Se
estima que fueron seiscientas las mujeres que combatieron en la
guerra civil norteamericana. Se alistaron disfrazadas de hombres. Ahí
Hollywood, por lo que a ellas respecta, ha ignorado todo un episodio
de historia cultural. ¿Es acaso un argumento demasiado complicado
desde un punto de vista ideológico? A los libros de historia siempre
les ha resultado difícil hablar de las mujeres que no respetan la
frontera que existe entre los sexos. Y en ningún otro momento esa
frontera es tan nítida como cuando se trata de la guerra y el empleo
de las armas.
No
obstante, desde la Antigüedad hasta la época moderna, la historia
ofrece una gran cantidad de caso de mujeres guerreras, esto es,
amazonas. Los ejemplos más conocidos ocupan un lugar en los libros
de historia porque esas mujeres aparecen como "reinas", es
decir, representantes de la clase reinante. Y
es que, por desagradable que pueda parecer, el orden sucesorio coloca
de vez en cuando a una mujer en el trono. Como la guerra no se deja
conmover por el sexo de nadie y tiene lugar aunque se dé la
circunstancia de que un país esté gobernado por una mujer, a los
libros de historia no les queda más remedio que hablar de toda una
serie de reinas guerreras que, en consecuencia, se ven obligadas a
aparecer como si fueran Churchill, Stalin o Roosevelt. Tanto
Semíramis de Nínive, que fundó el Imperio asirio, como Boudica,
que encabezó una de las más sangrientas revueltas británicas
realizadas contra el Imperio romano, son buena muestra de ello. A
esta última, dicho sea de paso, se le erigió una estatua junto al
puente de Támesis, frente al Big Ben. Salúdala amablemente si algún
día pasas por allí por casualidad.
Sin
embargo, los libros de historia se muestran por lo general muy
reservados con respecto a las mujeres guerreras que aparecen bajo la
forma de soldados normales y corrientes, esas que se entrenaban en el
manejo de las armas, formaban parte de los regimientos y participaban
en igualdad de condiciones con los hombres en las batallas que se
libraban contra los ejércitos enemigos. Pero lo cierto es que
siempre han existido: apenas ha habido una sola guerra que no haya
contado con participación femenina.
Larsson,
Stieg. (2007). Introducción a la primera parte de La reina en el
palacio de las corrientes de aire (pp.7-8). Barcelo, Ediciones
Destino.
Lee
la segunda parte aquí.
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